viernes, 4 de abril de 2008

EL RINCON DE LA POESÍA

La tristeza, punzante,
no ha querido abandonarme.
Llegó con el dolor del desencuentro,
anidó en mi garganta
y se ha quedado aquí, empeñándose conmigo.
Con la tristeza he respirado.
Con la tristeza te he mirado.
Con la tristeza he enmudecido,
esperando ser rescatada y protegida,
pero ha sabido ella mantenerme prisionera.
Y me aleja de los otros. Y me enferma.
Y desgarra mis entrañas
dejando en el alma marcas como estigmas.
El amor no muere
se vuelve doloroso.
El deseo no muere
se vuelve doloroso.
Dolorosos son los sueños.
Se apagan mis ojos, se idiotizan mis versos
y en lugar de las palabras
surge el desencuentro enmudeciendo mi voz,
mis gritos desolados,
de compasión,
de fragilidad,
de angustioso amor que pide ser construido con tus fuerzas
porque las mías se han desmoronado.

Te encuentro desde el abrazo febril
de un tango que ahora lastima
y que antes era celebración.
En cada doloroso instante
deseo ser pasado
o poder explicarme la distancia
con palabras precisas.
Pero los versos nacen
teñidos con la angustia del alma,
la palabra se traba,
la palabra se retuerce,
la palabra marchita.

ANA

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